La microbiota es el conjunto de microorganismos que habita en nuestra piel y mucosas. Está compuesta de bacterias, hongos, virus y parásitos, aunque lo que más abundan son bacterias. La mayor parte de la microbiota se encuentra en nuestro intestino grueso (colon). De hecho, tenemos 3 veces más células bacterianas que células humanas, ¡increíble, no!
Esta microbiota va evolucionando desde nuestro nacimiento hasta la edad adulta, haciéndose más diversa y concentrada a medida que vamos creciendo. Pero esta microbiota no es intrínseca a nosotras, sino que va a depender de varios factores:
- Si hemos nacido por parto natural o por cesárea.
- Si hemos recibido leche materna o alimentación artificial.
- Si hemos crecido con mascotas.
- Si hemos recibido antibióticos en notables ocasiones o no.
- Si nuestra alimentación es variada en vegetales y frutas o más procedente de animales.
- Si vivimos en un entorno rodeado de naturaleza o en una gran ciudad.
La importancia de la Microbiota
Todo ello determinará nuestra microbiota. Pero, ¿por qué es tan importante nuestra microbiota? Pues no sólo porque estos microorganismo nos ayudan a digerir determinados nutrientes como la fibra, sino que nos defenderán frente a patógenos y producirán sustancias fundamentales para nuestra salud como la serotonina (hormona de la felicidad).
Si nos centramos en nuestra microbiota vaginal, ésta dependerá en gran medida de la microbiota intestinal, la alimentación, la actividad sexual, la higiene íntima, y del ciclo menstrual.
Concretamente, durante la menstruación y unos días antes los lactobacilos (bacterias más abundantes en nuestras vagina) disminuyen y aumentan los estafilococos (bacterias típicas de la piel), lo que se traduce en una mayor posibilidad de adquirir infecciones puesto que estos lactobacilos mantienen un acidez en la vagina que resulta poco confortable para microorganismos patógenos. ¿Y por qué días antes y durante la menstruación disminuyen estas bacterias que nos protegen? Por un lado porque la sangre alcaliniza el medio, lo que atrae a patógenos, y por otro porque los niveles de estrógenos están bajos en ese momento del ciclo menstrual. Y cuando los estrógenos caen, las células de la vagina apenas fabrican glucógeno, que es alimento de estos beneficiosos lactobacilos.
Tras la menstruación, los niveles de estrógeno comienzan a subir y la síntesis de glucógeno se dispara, cosa que encanta a los lactobacilos, así recuperan fuerzas y acidifican el medio, haciéndolo más hostil para otros microorganismos. Con esto podemos observar que todo nuestro cuerpo está conectado, y que nuestra microbiota no sólo depende de muchos factores externos sino también de factores internos como nuestras fluctuaciones hormonales. ¿No te parece fascinante?