ESTRÉS Y DESEQUILIBRIO HORMONAL FEMENINO
Hoy vengo a hablar de algo de lo que se [...]
Hoy vengo a hablar de algo de lo que se habla poco y, sin embargo, afecta a la mayoría de las mujeres: el estrés. Ese estado fisiológico que, de manera puntual, nos pone en alerta y nos ayuda a huir de un peligro o a luchar ante una situación compleja. Pero ¿qué ocurre si sufrimos este estado de manera mantenida en el tiempo? Pues te adelanto que nada bueno.
El estrés implica a unas hormonas llamadas cortisol y adrenalina, aunque la mayor protagonista va a ser el cortisol, la cual se segrega por unas glándulas situadas encima de los riñones. Como decía, esta hormona en sí no es “mala”, tiene su función a muchos niveles cuando se trata de salir exitosas de una situación peligrosa o complicada. El problema está en que la segregamos con demasiada frecuencia en nuestro día a día y esto tiene sus consecuencias.
A nivel hormonal
El aumento de cortisol produce un aumento de los niveles de glucosa y una resistencia a la insulina (molécula que te protege de la obesidad y sus consecuencias). También aumentan las endorfinas (opiáceo que segrega tu cuerpo), lo que conlleva un aumento de la glucosa. Y, por último, aumenta la hormona del crecimiento, lo que se vuelve a traducir en un aumento de la glucosa para nutrir ese crecimiento. En definitiva, se produce un incremento importante de la glucosa, lo que acaba traduciéndose en sobrepeso y obesidad.
A nivel reproductivo
Se produce una detección de la producción de hormonas sexuales (estrógenos y progesterona) y un aumento de la prolactina (hormona que detiene la producción de las hormonas sexuales). Además, desaparece la líbido y disminuye la irrigación de los órganos sexuales. Ya que el cuerpo entiende que si te encuentras en peligro no estás en condiciones para reproducirte y traer al mundo a una criatura.
¡Claro que no! Cada día tienes la oportunidad de vivir en calma y darte la oportunidad de cuidarte y mimarte como te mereces. ¿Se te ocurre cómo?
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La microbiota es el conjunto de microorganismos que habita en [...]
La microbiota es el conjunto de microorganismos que habita en nuestra piel y mucosas. Está compuesta de bacterias, hongos, virus y parásitos, aunque lo que más abundan son bacterias. La mayor parte de la microbiota se encuentra en nuestro intestino grueso (colon). De hecho, tenemos 3 veces más células bacterianas que células humanas, ¡increíble, no!
Esta microbiota va evolucionando desde nuestro nacimiento hasta la edad adulta, haciéndose más diversa y concentrada a medida que vamos creciendo. Pero esta microbiota no es intrínseca a nosotras, sino que va a depender de varios factores:
Todo ello determinará nuestra microbiota. Pero, ¿por qué es tan importante nuestra microbiota? Pues no sólo porque estos microorganismo nos ayudan a digerir determinados nutrientes como la fibra, sino que nos defenderán frente a patógenos y producirán sustancias fundamentales para nuestra salud como la serotonina (hormona de la felicidad).
Si nos centramos en nuestra microbiota vaginal, ésta dependerá en gran medida de la microbiota intestinal, la alimentación, la actividad sexual, la higiene íntima, y del ciclo menstrual.
Concretamente, durante la menstruación y unos días antes los lactobacilos (bacterias más abundantes en nuestras vagina) disminuyen y aumentan los estafilococos (bacterias típicas de la piel), lo que se traduce en una mayor posibilidad de adquirir infecciones puesto que estos lactobacilos mantienen un acidez en la vagina que resulta poco confortable para microorganismos patógenos. ¿Y por qué días antes y durante la menstruación disminuyen estas bacterias que nos protegen? Por un lado porque la sangre alcaliniza el medio, lo que atrae a patógenos, y por otro porque los niveles de estrógenos están bajos en ese momento del ciclo menstrual. Y cuando los estrógenos caen, las células de la vagina apenas fabrican glucógeno, que es alimento de estos beneficiosos lactobacilos.
Tras la menstruación, los niveles de estrógeno comienzan a subir y la síntesis de glucógeno se dispara, cosa que encanta a los lactobacilos, así recuperan fuerzas y acidifican el medio, haciéndolo más hostil para otros microorganismos. Con esto podemos observar que todo nuestro cuerpo está conectado, y que nuestra microbiota no sólo depende de muchos factores externos sino también de factores internos como nuestras fluctuaciones hormonales. ¿No te parece fascinante?
La microbiota es el conjunto de microorganismos que habita en nuestra piel y mucosas. Está compuesta de bacterias, hongos, virus y parásitos, aunque lo que más abundan son bacterias. La mayor parte de la microbiota se encuentra en nuestro intestino grueso (colon). De hecho, tenemos 3 veces más células bacterianas que células humanas, ¡increíble, no!
Esta microbiota va evolucionando desde nuestro nacimiento hasta la edad adulta, haciéndose más diversa y concentrada a medida que vamos creciendo. Pero esta microbiota no es intrínseca a nosotras, sino que va a depender de varios factores:
Todo ello determinará nuestra microbiota. Pero, ¿por qué es tan importante nuestra microbiota? Pues no sólo porque estos microorganismo nos ayudan a digerir determinados nutrientes como la fibra, sino que nos defenderán frente a patógenos y producirán sustancias fundamentales para nuestra salud como la serotonina (hormona de la felicidad).
Si nos centramos en nuestra microbiota vaginal, ésta dependerá en gran medida de la microbiota intestinal, la alimentación, la actividad sexual, la higiene íntima, y del ciclo menstrual.
Concretamente, durante la menstruación y unos días antes los lactobacilos (bacterias más abundantes en nuestras vagina) disminuyen y aumentan los estafilococos (bacterias típicas de la piel), lo que se traduce en una mayor posibilidad de adquirir infecciones puesto que estos lactobacilos mantienen un acidez en la vagina que resulta poco confortable para microorganismos patógenos. ¿Y por qué días antes y durante la menstruación disminuyen estas bacterias que nos protegen? Por un lado porque la sangre alcaliniza el medio, lo que atrae a patógenos, y por otro porque los niveles de estrógenos están bajos en ese momento del ciclo menstrual. Y cuando los estrógenos caen, las células de la vagina apenas fabrican glucógeno, que es alimento de estos beneficiosos lactobacilos.
Tras la menstruación, los niveles de estrógeno comienzan a subir y la síntesis de glucógeno se dispara, cosa que encanta a los lactobacilos, así recuperan fuerzas y acidifican el medio, haciéndolo más hostil para otros microorganismos. Con esto podemos observar que todo nuestro cuerpo está conectado, y que nuestra microbiota no sólo depende de muchos factores externos sino también de factores internos como nuestras fluctuaciones hormonales. ¿No te parece fascinante?